Roseblood by A. G. Howard

Roseblood by A. G. Howard

autor:A. G. Howard [Howard, A. G.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-12-31T16:00:00+00:00


14. Soñando con el abismo

«Si miras al abismo, el abismo te devolverá la mirada».

Friedrich Nietzsche

Durante la cena, me siento con mis amigos, porque mi tía aún no ha vuelto de Versalles. Les cuento lo bastante para que les dé la sensación de que son mis confidentes, pero lo justo para no ponerlos en peligro. No puedo ni imaginarme cómo irían las cosas si les confesara: «Es posible que sea un monstruo, pero no sé de qué tipo» o «Puede que me echasen una maldición gitana y por eso mi abuela intentó matarme». O la mejor de todas: «El fantasma existe de verdad y me está ayudando a dominar la música que me posee desde que tenía cuatro años».

Sí, seguro que ninguna de esas afirmaciones haría que me mandaran a casa para hacerme una evaluación psiquiátrica.

Todo está demasiado enrevesado, como en el argumento de una película de terror. Así que, una vez más, modifico un poco la verdad: les cuento que sospecho que me están gastando una broma, con los uniformes rotos, las rosas cortadas en pedazos (la parte de la sangre la mantengo en secreto), el pájaro muerto y la pulsera, pero que no tengo pruebas sobre quién está detrás. Les digo que, hasta que no las tenga, los profesores pensarán que miento tras mi primera confesión. Convenzo a mis amigos para que apoyen mi declaración de que el gato había encontrado la bolsa de los uniformes y los había hecho jirones.

Aceptan, pero antes me hacen prometer que no utilizaré la pulsera que me han enviado. Me repiten que la discoteca es conocida por las sustancias que se mueven allí y que todos han jurado no tomar drogas por respeto a lo que le ocurrió a la hermana de Audrey.

Sin embargo, Sunny quiere que vayamos a la dirección de recogida para ver quién aparece. No deja de insistir hasta que al final finjo tirar la pulsera a la basura de la cafetería durante el desayuno del domingo. Lo que no saben es que hice un juego de manos y que todavía tengo la pulsera.

No puedo desperdiciar esta oportunidad sin pensarlo detenidamente. No me preocupa que me atraiga la idea de salir de fiesta, puesto que ya llevo la delantera en lo que a la tentación se refiere… Y, si no, que le pregunten a Ben, si es que algún día despierta.

Mientras todo el mundo regresa a sus habitaciones para hacer los deberes, yo voy al foso de la orquesta y descubro que el mensaje y el libro que dejé para el fantasma el día anterior han desaparecido. Mi reacción fluctúa entre el temor y la expectación. Paso el resto de la tarde del domingo en mi habitación, con una máquina de coser prestada, uniendo los uniformes con adornos y retales hasta que parecen más bohemios que Victorianos. Durante todo el tiempo, me pregunto si el fantasma se pondrá en contacto conmigo… o si he cometido un error al haberme puesto en contacto con él.

No tengo que esperar demasiado para saberlo.



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